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31 mar 2012

La historia de las armas que Kadafi le envió a Galtieri para Malvinas

La dictadura no pagó un peso por las armas que en 1982 el líder libio Muamar Kadafi envió al país para colaborar con la defensa de las Islas Malvinas frente al asedio de las tropas inglesas. Los pilotos de Aerolíneas Argentinas que llevaron adelante la operación secreta para traer ese material bélico desde Medio Oriente en aviones Boeing 707 de la línea de bandera transportaron obsequios varios, tan típicos como insólitos, para el dictador africano: desde 26 mil kilos de manzanas rojas hasta boleadoras y un rebenque con empuñadura de plata.

Pero no hubo pagos ni contraprestaciones que estuvieran a la altura de los despachos realizados desde la nación árabe, toneladas y toneladas de municiones de origen soviético cedidas con el visto bueno de Moscú. Galtieri, un anticomunista hasta la rabia que finalmente claudicó, solía manifestar su desconcierto en voz alta: –Yo no entiendo – decía sobre Kadafi –. Manda armas y no pide nada a cambio. No lo comprendo ... Le voy a mandar un barco lleno de regalos.

–Lo pueden interpretar mal, general – decía Eduardo Sarme, el teólogo que operó como enlace con Libia y que más tarde fue señalado como traficante de armas –. Kadafi es un eximio jinete, ¿por qué no le envía dos buenos animales? –Tiene razón: voy a hablar con la Dirección de Remonta del Ejército para que se haga de inmediato.

Este y otros diálogos aparecen en el libro Malvinas. Los Vuelos Secretos , del periodista Gonzalo Sánchez, que narra con ritmo de película la odisea de los pilotos civiles de Aerolíneas que trajeron las armas al país. Se trata de la historia que Clarín reveló a fines de febrero por primera vez a 30 años de la guerra con Gran Bretaña.

Último vuelo a Trípoli El 6 de junio de 1982, el vuelo AR 1440 con destino a Trípoli despegó desde Ezeiza con el comandante Mario Bernard al frente.

–Trípoli con escala en Recife – dice Bernard –. Al llegar a Recife nos dicen aterrice y carretee hasta plataforma militar. Llegamos al sector con las luces apagadas, un jeep estacionó debajo nuestro; vino un teniente coronel y fue conciso. Me dijo: ¿Cuánto combustible necesita? Respondí: full, todo lo que pueda. Nadie bajó del avión, los brasileros no querían que se viera nada.

Partieron rumbo a Trípoli. (...) Los oficiales de Inteligencia que llevaban como pasajeros, los asesoraban sobre las alturas que debían mantener para no ser detectados por los ingleses.

–Los ingleses nos veían – dice Bernard –, tenían la potencia de los satélites de la OTAN. Hubiera sido sencillo voltearnos y yo creo que para que eso no ocurriera influyeron los intereses políticos. Volando bajo para evitar también el radar de la isla de Malta llegamos a Libia.

Aterrizaron el mediodía del 7 de junio. En la plataforma esperaba la comitiva libia y, por supuesto, el teólogo Sarme. Los subieron a una limusina.

– Fuimos llevados a los autos – recuerda Bernard –. Tenían los vidrios polarizados y sólo cuando pasamos por adelante del palacio de Kadafi nos permitieron bajar las ventanillas para verlo. El tipo que hacía de guía hablaba buen inglés.

Bernard preguntó: – Where is Kadafi now? (¿Dónde está Kadafi ahora?) El guía, seco, respondió: –Praying in the desert.

(Rezando en el desierto) La descripción sigue: –El palacio estaba rodeado por un muro. Alrededor había tanques de guerra soterrados con los cañones apuntando al cielo. Seguimos hasta un portón. Bajamos en un palacete arabesco. Por fuera gris. Cuando entramos, un lujo. Mobiliario italiano, buenos televisores, baños llamativos. Fuimos a un almuerzo en un salón principal. En la mesa central, con flores, habían dibujado la bandera argentina. Me dieron ejemplares del Libro Verde de Kadafi. Vino un coronel y nos dio un discurso, decía que éramos los ungidos por Dios para luchar contra el demonio, un discurso elogiándonos y elogiando a su líder Kadafi. A la mañana siguiente el avión, estaba con las armas listo. Pero la vuelta se presentaba complicada.


-- wwwformy vía Ipad

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