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24 mar 2012

Monterrey, del paraíso al infierno




El escritor y periodista John Carlin definía hace ocho años a Monterrey como "un oasis de orden y civismo" en un país consumido por el narcotráfico, la delincuencia y el reiterado saqueo al que ha sido sometido durante décadas por parte de sus dirigentes.

Era el lugar al que todos los padres de las capas más acomodadas de la sociedad mexicana enviaban a sus hijos, tanto para escapar de la violencia e inseguridad de sus ciudades de residencia, como para que recibiesen la mejor educación en el Tecnológico de Monterrey (TEC) o en la Universidad de Monterrey (UDEM), instituciones privadas de reconocido prestigio.

"Una ciudad de vanguardia, de conocimiento y con una gran perspectiva en desarrollo económico", resume el también periodista y escritor regiomontano, Gabriel Contreras. De hecho, la economía sigue siendo uno de los puntos fuertes de la zona, ya que en un país en el que la renta per cápita es de 9.171 dólares (6.947 euros), la de Monterrey llega a 17.170 dólares (unos 13.007 euros), en gran medida debido a las importantes relaciones económicas con San Antonio y Houston.

Sin embargo, la Sultana del Norte "ha cambiado en los últimos años para convertirse en la ciudad del terror", prosigue Contreras, que señala como principal razón de la crisis de inseguridad que vive la ciudad a la guerra que el presidente de la República, Felipe Calderón, decidió emprender contra el 'narco' al 'sacar' al ejército a la calle poco después de llegar a Los Pinos.

Como consecuencia de esta política, 60.000 personas han muerto en México desde 2006 y se estima que cuando finalice el sexenio el número rebasará las 70.000 muertes.

En el caso concreto de Monterrey y de su zona metropolitana, donde en los dos primeros meses del año han sido asesinadas más 320 personas (un 36,8% más que en 2011), el ejército tomó las calles cuando quedó patente que el 'narco' controlaba a la policía estatal y municipal. Estos favorecían el paso de droga hacia las fronteras de Laredo y Reinosa, punto de paso clave hacia Estados Unidos.

A esta situación, hay que añadir que las fronteras 'gringas' se han ido fortaleciendo paulatinamente desde el 11-S, por lo que la cantidad de droga que cruza de un país a otro es menor cada año. La salida que los narcotraficantes han encontrado para que su negocio siga siendo rentable ha sido la de convertir a Monterrey en uno de sus principales mercados dentro del país, lo que a su vez ha incrementado de manera exponencial la presencia de integrantes de los Zetas y del Cártel del Golfo.


El resultado último de esta cadena de acontecimientos es que cada vez son más habituales las balaceras, la exposición pública de cadáveres tiroteados y quemados o la diseminación de cabezas por la ciudad.

La fantasía de refugiarse en el D.F.

Resulta complicado señalar un único acontecimiento que supusiera un punto de inflexión en la vida de los regiomontanos, pero sí hay algunos que resultaron especialmente relevantes y que provocaron un cambio en la sensación de seguridad que años atrás reinaba en la ciudad.

Uno de ellos, tal y como recuerda Sergio J. Becerra, subdirector de la universitaria Radio UDEM, es la muerte "de dos muchachos cuando salían de la biblioteca del TEC" a los que les sorprendió un enfrentamiento entre el ejército y los 'narcos' en Garza Sada, una de las principales arterias de la ciudad.

Desde entonces, y reafirmados por acontecimientos como la muerte de 20 personas en una cantina o la matanza de otras 61 en el Casino Royal, muchos de los que años antes habían llegado a la ciudad para prosperar económicamente, además de numerosos regios, han decidido cambiar su lugar de residencia a la capital de la República, algo que Becerra califica como "fantástico cuando hace 10 años ir al DF era ir cuidándote los relojes" y aun hoy, en especial desde el exterior del país, México D.F es sinónimo de delincuencia y violencia.

Un ejemplo palmario de este éxodo hacia la mayor urbe de América es Paulina de la Riva, que a mediados de la pasada década abandonó su Chihuahua natal para estudiar en Monterrey.

Sin embargo, la "psicosis" que se ha desatado en los últimos tiempos en la ciudad, y que llega al límite de que cuando explota un cohete la gente "se tira al suelo porque piensa que son balazos", le empujó a emigrar hacia el centro del país.

Y es que incluso a ella, 'acostumbrada' a ver las cabezas de los chivatos o de los que deben dinero al 'narco' a "pocas cuadras de la casa de mis papas", la desmesurada violencia reinante en la ciudad norteña le sobrepasó.

Impuesto mafioso

En este contexto, resulta evidente que los negocios (y por tanto la economía) también sufran las consecuencias de los enfrentamientos y la violencia que se ha instalado en la ciudad.

Ya no sólo porque hay menos clientes que además están menos tiempo en bares y restaurantes por miedo a que la noche les sorprenda sin estar resguardados en casa, sino también por la tasa que cobran los grupos organizados que controlan las diferentes zonas. Esta suerte de impuesto mafioso, que llaman 'derecho a piso', puede llegar a ser de 3.000 pesos semanales (unos 500 euros) en un simple puesto de tacos.

En caso que el hostelero se niegue a pagarlo, el grupo que domina el sector se lo cobrará en vidas humanas, como sucedió en la citada matanza en el Casino Royal. Y es que el narco necesita financiación para continuar con la guerra que mantiene, y que por ahora va ganando, contra el Gobierno.

Para ello tampoco duda en secuestrar o robar automóviles que también "utilizan para cometer crímenes", relata Thannia Hernández. Es una situación que conoce bien, ya que a su madre le obligaron a bajarse de su automóvil con una pistola apuntándole a la sien.

La legalización como salida

"La situación no va a cambiar en el próximo sexenio, gobierne quien gobierne", asegura Becerra, para quien, al igual que el resto de los entrevistados, la vuelta a la seguridad pasa por la legalización de la droga y que en los próximos años, la riqueza del 'narco' se pueda incorporar al Estado por medio de impuestos y el pago de tasas.

Algo en lo que también coinciden la mayoría de los regios (y de los mexicanos) es en la necesidad de que cambie el modelo de lucha contra los narcotraficantes, algo que incluso ha exigido el ex presidente Fox. Compañero de partido de Felipe Calderón, el hombre que rompió con 70 años de Gobierno priísta, ha llegado a asegurar que no votará a la nueva candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota, si no cambia la actual política.

Por su parte, el actual gobernador del estado, Rodrigo Medina (PRI), mantuvo durante sus primeros años de mandato que Nuevo León era un estado "ingobernable", aunque en los últimos meses ha cambiado sustancialmente su discurso. Estos cambios en sus planteamientos, unidos a la limitada capacidad mostrada para mejorar la situación reinante, han sembrado una sensación de falta de liderazgo entre la población.

Pero al igual que en la Segunda Guerra Mundial Berlín fue durante gran parte de la batalla la excepción en un continente devastado, en la 'narcoguerra' que azota a la Sultana del Norte también hay una excepción.

Es el municipio de San Pedro Garza García, escenario habitual de numerosas telenovelas y lugar de residencia de algunas de las familias más poderosas del país. Pertenece al área metropolitana de Monterrey y apenas unos metros separan a ambas poblaciones.

El límite, tal y como afirma Contreras, es el punto en el que "comienza la tranquilidad" ya que San Pedro "tiene destellos de violencia, mientras que Monterrey tiene destellos de paz, esto es, a veces ocurre que no hay cadáveres".


-- wwwformy vía Ipad

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