La "guerra en Siria es muchísimo peor que en Libia", afirma Ferás, un joven libio que vino a luchar junto a sus "hermanos" sirios.
"En la revolución libia hubo muchos sirios luchando a nuestro lado y era el momento de devolverles el favor", agrega. "En Libia, teníamos una zona de exclusión aérea donde los civiles podían huir sin temor a ser bombardeos sistemáticamente, pero aquí las ciudades se han convertido en ratoneras donde el Gobierno de (Bashar) Al Asad castiga a su pueblo sin contemplaciones", explica Ferás, testigo de la caída de Muamar Gadafi y de la liberación de Trípoli.
Ferás, que abandonó sus estudios en Gran Bretaña para volver a empuñar las armas junto a sus "hermanos" sirios, denuncia la pasividad de la comunidad internacional ante un conflicto que en 19 meses dejó unos 27.000 muertos, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
"Estoy cansado de que la ONU imponga sanciones al Gobierno de Al Asad que no sirven para nada. Estoy harto de que se mire para otro lado mientras Rusia y China abastecen de armas al régimen". "Mientras el mundo se sienta a hablar, aquí en Siria todos los días mueren mujeres y niños bajo la artillería del régimen", asevera tajante.
Otro combatiente libio, Abu Omar, cuenta que decidió dejarlo todo y venir a pelear a Siria viendo por televisión las imágenes del conflicto: "Tenía que hacer algo por ellos. He dejado a mi familia en Libia porque ahora mismo lo más importante es estar aquí, junto a mis hermanos".
Ferás y Abu Omar combaten en el barrio de Saif al Daula, de Alepo, en una kativa (brigada) rebelde.
"¿Después de 30.000 muertos crees que los sirios esperan que los occidentales vengan a echarles una mano? Nadie va a hacer nada por ellos; porque para Occidente la vida de un niño sirio no es comparable con la de un niño occidental", sostiene Abu Abdo, también de origen libio.
"¿Cuántos niños más tienen que morir para que los occidentales hagan algo?", agrega, y precisa que los rebeldes luchan "contra un tirano que usa armas compradas a los occidentales con las que está masacrando a su pueblo". "No hemos venido a hacer la Yihad (guerra santa); esto no es una Yihad, es una revolución", insiste.
"En Siria hay muchos combatientes extranjeros porque al final o nos ayudamos entre nosotros o estamos perdidos; hace tiempo que no nos creemos las promesas que llegan de Occidente", agrega.
Los habitantes de Alepo se interrogan por las causas de la pasividad occidental después de la intervención en Libia. Ferás afirma que conoce la respuesta: "En Libia hay gas y petróleo y Occidente siempre busca guerras en las que pueda sacar beneficio económico aunque eso suponga miles de muertos", sostiene, y cita como ejemplo el precedente de Irak.
"Y la segunda razón es que Libia está lejos de Israel; una guerra allí no salpicaría de lleno a Israel; pero aquí, un conflicto a gran escala sería devastador", concluye.
El joven miliciano se irrita por los informes que en Occidente destacan la presencia de grupos yihadistas, radicales islámicos y afines a Al Qaeda junto a los rebeldes sirios.
"¿Que llevemos barba o recemos a un Dios distinto nos hace terroristas o miembros de Al Qaeda?", se pregunta.
"Gadafi usó la misma técnica, nos acusó de estar amparados por Al Qaeda para que Europa permaneciese impasible mientras nos aniquilaba. Aquí se lucha contra un dictador que cada día viola los derechos humanos y masacra a su propio pueblo", alega Ferás.
La pasividad occidental podría sin embargo incrementar el apoyo a Al Qaeda, "porque se están dando cuenta de que son los únicos que están luchando a su lado, aunque con propósitos no siempre claros", sentencia.
"Es innegable que en Siria, como en otras partes del mundo, hay gente que apoya Al Qaeda", dice Abu Omar. "Yo he conocido a varios combatientes de un grupúsculo muy afín y da verdadero miedo hablar con ellos. Son muy radicales y odian todo lo que provenga de Occidente. Esa gente, está comenzando a ensuciar la revolución siria", advierte.
"Pero lo que debe quedar claro es que esto no es una guerra de religiones; esta es una guerra por la libertad de un pueblo", afirma. "Nosotros no hemos venido desde Libia a luchar contra los chiíes o contra los alauitas, sino contra las tropas que apoyan al régimen; me da igual de la confesión que sean".
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