11 oct 2012

Cuando la CIA le pidió auxilio a Hollywood


Podría ser uno de los peores guiones jamás filmados: la historia de seis estadounidenses rehenes en Irán en tiempos de la revolución islámica que, para escapar, se disfrazan de cineastas canadienses y logran burlar los controles de funcionarios y activistas hasta abordar un avión rumbo a Europa.
Un guión inverosímil… salvo porque la historia que cuenta es real.

Ocurrió en 1979, durante la confrontación diplomática entre Estados Unidos e Irán, cuando la Agencia Central de Inteligencia (CIA) pidió auxilio a Hollywood para montar un operativo que permitiera sacar con vida de la capital iraní, Teherán, a un grupo de empleados consulares.

Para lograrlo, se inventaron un filme de ciencia ficción que supuestamente se rodaría en territorio iraní. Los seis rehenes asumirían identidades inventadas de cineastas y técnicos, justificarían su visita al país diciendo que estaban buscando locaciones para su producción y saldrían con pasaportes falsos por el aeropuerto como si hubieran entrado unos días antes en viaje de negocios.

La película imaginaria se llamaba "Argo". El mismo nombre lleva ahora la cinta que cuenta aquella hazaña: un relato a medio camino entre el thriller, el drama histórico y la sátira que tiene al actor Ben Affleck como protagonista y director.

"Es una historia inusual, increíble y absurda. Cuando me dieron el guión, no podía creerlo. Enseguida dije 'quiero dirigirla', el hecho de que todo eso haya ocurrido la vuelve fascinante en sus detalles", le dijo el actor a BBC Mundo.

Idea "menos mala"

La historia de "Argo" transcurre entre 1979 y 1980, en plena ebullición de la revolución iraní que determinó la salida del Sha Reza Pahlevi, el derrocamiento de la monarquía secular y la instauración de una República Islámica.

Desde unos años antes, las protestas sociales se habían intensificado, con el apoyo de la clase media y los jóvenes estudiantes unificados bajo la figura del ayatolá Jomeini, voz de la oposición desde el exilio que luego se convertiría en líder supremo del nuevo Irán.

"Argo"La película transcurre en plane revolución iraní.
El 4 de noviembre de 1979, un grupo de militantes revolucionarios asaltó la embajada de Estados Unidos en Teherán, tomando cautivos a 52 personas por 444 días.

En medio del caos, seis empleados lograron escapar y la CIA fue llamada a intervenir para traerlos de regreso a casa: una misión urgente, porque tarde o temprano se descubriría su refugio temporario en la embajada de Canadá.

Así se forjó la misión, ideada por el agente Tony Méndez, un experto en misiones de "exfiltración": el rescate de personas en situación de peligro usando identidades falsas.

A Méndez se le ocurrió pedirle ayuda a Hollywood. No fue la primera opción, por cierto: antes se había evaluado hacerlos pasar por maestros, pero ya no había escuelas inglesas en Teherán; tampoco funcionaría decir que eran expertos agrícolas inspeccionando plantaciones, cuando en esos meses invernales las tierras cultivables estaban bajo un manto de nieve.

La fachada de cineastas en viaje de preproducción fue “la mejor mala idea” que tuvieron. Y a falta de otra, el entonces presidente Jimmy Carter dio luz verde al operativo "Argo", el título de la película inventada que sirvió también de nombre clave para la misión en las entrañas de la CIA.

Hollywood en acción

Claro que hacía falta más que un título para burlar los controles: Méndez contó con el apoyo de un amigo en Hollywood, el veterano artista del maquillaje John Chambers, que había ganado un Oscar por "El planeta de los simios" y había colaborado anteriormente con la CIA.

"Después de todo, uno de los principales instrumentos del espionaje es la puesta en escena", señalaría luego Méndez al recordar las peripecias de la misión.

El agente secreto viajó a Teherán, en enero de 1980, para encontrarse con las seis personas que ayudaría a rescatar. Les llevó identidades falsas perfectamente construidas, con ropas acordes, biografías inventadas y documentos: pasaportes de Canadá, después de que el parlamento de ese país celebrara una sesión secreta para evaluar si, como rara excepción, emitirían esas identificaciones para ayudar a los estadounidenses.

ENTRE LA HISTORIA Y LA SÁTIRA


El escritor Chris Terrio tuvo la misión de convertir los detalles de una misión secreta de la CIA en un guión de cine. "Argo" marcó su debut como guionista y no estuvo exenta de desafíos.


"Es una historia de rescate casi arquetípica, y en ese sentido es fácil de contar. Pero lo difícil fue lograr el tono: ¿cómo contar una historia geopolítica mezclada con Hollywood?", señaló Terrio.


Durante la cinta, la narración pasa sin escalas del humor a la tensión extrema.


"Cómo pasar de un tono a otro fue algo que debatimos desde el principio. Es que, por ejemplo, de una conferencia de prensa montada en un hotel de Beverly Hills con un actor vestido de robot hacemos un corte (de edición) al sótano de Teherán donde los rehenes estaban presos. Lograr esa unidad fue un mérito de Ben (Affleck)", le dijo el guionista a BBC Mundo.
Cada uno asumió un rol en el supuesto equipo de rodaje: director uno, encargada de locaciones la otra, productor el mismo Méndez. La visita a Irán se explicaba porque para el filme andaban en busca de un paraje árido, similar al de algunas regiones del país. Pese a la agitación revolucionaria, desde Teherán se intentaba fomentar los negocios con el extranjero y, por tanto, podía verse con buenos ojos la llegada de un equipo de creativos desde la meca del cine.

En California, en tanto, se armó la estructura necesaria para mantener la mentira: una oficina de producción falsa, bautizada "Studio Six" en alusión a los seis rehenes a rescatar, con slogan y afiches para "Argo": una conflagración cósmica”. Hasta compraron espacio publicitario en las revistas especializadas y organizaron una conferencia de prensa.

Hasta 1997, nadie –a excepción de la CIA y los beneficiarios, claro- supo de la operación, que concluyó con éxito en cuestión de días. Fue durante la presidencia de Bill Clinton que estos archivos fueron desclasificados y, diez años más tarde, fueron recogidos por la revista Wired en un artículo que sería, a su vez, punto de partida para la película de Affleck.

Méndez, jubilado como agente desde 1990, proveyó parte de los detalles.

"Me citó en un bar de Washington que tiene fama de ser un reducto frecuentado por agentes de la CIA… y hablando con él caí en la cuenta: esto fue efectivamente una historia real, con personas cuyas vidas dependían de estos agentes que entregaban todo por la seguridad. Nuestra película tiene ese punto de vista de Tony", le dijo el director a BBC Mundo.

"Argo", que se estrena este viernes en Estados Unidos, es la tercera cinta en la que Affleck se pone detrás de la cámara, después de "Gone Baby Gone" ("Desapareció una noche", 2007) y "The Town" ("Atracción peligrosa", 2010).

Y los resultados parecen haber dejado conformes incluso a los protagonistas reales. "Mirar 'Argo' me devolvió a ese momento. Lo hicieron bien", comentó Méndez.

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