14 oct 2012

Desalojados los dos edificios okupados de la Plaza de España

Una hilera de zapatos en las ventanas es lo que quedaba ayer de los okupas que vivían en los números 4 y 5 de la Plaza de España y que fueron desalojados el martes. En su lugar, una cuadrilla de albañiles se afanaba en tapiar todas las entradas de los inmuebles, tanto las que dan a la plaza como las de la parte de atrás, en la calle del Río. Ningún vecino de los consultados sabe dónde están los sin techo que ocuparon durante años los dos edificios, propiedad primero de Telefónica y después de la inmobiliaria Monteverde —actualmente en suspensión de pagos—.

Ni rastro de los inmigrantes ilegales, indigentes y punkis que se repartieron las 11 plantas para hacer su hogar de unos inmuebles perforados de arriba abajo por los huecos que quedaron después de que los dueños se llevaran los ascensores. “Los okupas no nos molestaban nada. El problema fue que estos edificios se pusieron de moda entre los niñatos del botellón y aquí no había quien durmiera”, explica Eugenio Cuadra, un vecino de la calle del Río.

De hecho, los propios okupas también se quejaban de la presencia de los jóvenes, sobre todo los fines de semana. Según el testimonio de varios vecinos, el pasado martes por la mañana, Antonio Solera Sanz-Bustillo, empleado de la inmobiliaria Monteverde, acompañado de varios vigilantes de seguridad y de agentes de la Policía Municipal, “invitaron a los okupas” a abandonar los inmuebles. “Los policías me dijeron que estaban desalojando los edificios. Al preguntarles si tenían una orden judicial, me contestaron que no”, asegura C. P., que vive en un edificio contiguo.

El Ayuntamiento de Madrid niega que la Policía Municipal participara en el desalojo. Este periódico se ha puesto en contacto con Antonio Solera pero no ha querido aclarar si la operación se ejecutó con la orden judicial correspondiente. Tampoco ha sido posible localizar a los desalojados para conocer su versión.


El jueves, Gonzalo Martín y Alberto Ortega, de 17 y 21 años, se acercaron como una tarde más a los antiguos edificios de Telefónica para tomarse un par de litronas en la terraza. Para su sorpresa, las puertas que tan alegremente abrían una semana antes estaban totalmente tapiadas. Sin saber lo que había pasado, los jóvenes intentaron entrar por las puertas que dan a la Plaza de España, pero los albañiles y Antonio Solera les impidieron el paso. “Solíamos venir a primera hora de la mañana, después de la fiesta, o por las tardes, para ver la puesta de sol”, explicaban mientras buscaban un recoveco para acceder a los edificios.

“En esa terraza se daba cita desde gente muy pija a lo peor de Madrid. Se ponían de alcohol y drogas hasta las cejas. Yo he tenido que poner 47 denuncias pero no quería que los desalojaran sin orden”, critica una vecina que no quiere revelar su identidad. Aunque Solera aseguró a vecinos y trabajadores del Hotel Casón del Tormes, situado en la calle del Río, que “había limpiado” el edificio y que ya podían estar tranquilos, la noche del jueves se volvieron a escuchar ruidos en su interior.

“Esta mañana hemos visto a un hombre de color asomado a una de las ventanas y de madrugada tuvimos que llamar a la policía porque varios chicos intentaron acceder otra vez”, dice Héctor, un trabajador del hotel.


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