15 oct 2012

Macabro complot para decapitar a un juez

Joe Romano quería que los asesinos a sueldo mataran a un juez y a una fiscal y luego preservaran sus cabezas decapitadas en formol.

Según un informe del FBI, el neoyorquino de 49 años quería conservar las cabezas como recuerdos para poder disfrutar las muertes de las personas que lo encarcelaron dos años atrás por apoderarse de $40 millones en un complot para estafar a coleccionistas de monedas.

Sin embargo, encarcelado en Nueva York, Romano, que tiene una casa en Boynton Beach, tenía que pagarle al asesino, de modo que contrató a un amigo que vive en el Condado Palm Beach para que se encargara de la transacción de $40,000.

Dejvid Mirkovic, de Lake Worth, fue el intermediario. Los presuntos sicarios, sin embargo, eran en realidad agentes del FBI y Mirkovic terminó también detenido.

En la orden del FBI para arrestar a Romano y Mirkovic se detalla un elaborado complot que, de acuerdo con el gobierno, buscaba venganza. Según el FBI, Romano quería ver correr sangre por la sentencia de 15 años a la que había sido condenado por una corte federal. Romano se había declarado culpable de timar a clientes ancianos vendiéndoles monedas falsas de colección, una estafa que despojó a las víctimas de más de $40 millones.

Mirkovic estaba igualmente en el negocio de las monedas, y tenía una tienda en Delray Beach.

La saga comenzó el pasado 7 de agosto, cuando un informante confidencial en el Centro Correccional del Condado Nassau se enteró de que Romano quería “torturar” y “matar” al juez y a la fiscal que juzgaron su caso.

Aunque el informe del FBI no menciona al juez y a la fiscal que Romano planeaba asesinar, documentos judiciales indican que el juez federal Joseph F. Bianco, de Central Islip, N.Y., presidió el caso de Romano, y que la asistente de la fiscalía Lara Treinis Gatz se encargó del encausamiento.

El 10 de agosto, Romano le pidió al informante que encontrara a alguien de confianza para perpetrar los asesinatos. El informante le pasó la petición al FBI, y dos agentes encubiertos se hicieron pasar por asesinos profesionales. Un agente visitó a Romano en la penitenciaría, y grabó la conversación.

Romano decidió poner a prueba a sus nuevos empleados y les pidió que golpearan a un hombre con el que había tenido una disputa financiera. Los documentos de la corte sólo mencionaron al hombre como “John Doe”.

Romano les ofreció $3,000 y les prometió otro trabajo.

“Un trabajo grande”, le dijo Romano a uno de los agentes. “Algo serio”.

El 25 de septiembre, al parecer el agente encubierto hizo el trabajo que se le ordenó. Mirkovic tomó un avión en la Florida y voló a Nueva York, donde el agente le mostró fotografías falsas donde “John Doe” aparecía golpeado.

Mirkovic le pagó al hombre y se reunió en la cárcel con Romano para recibir más instrucciones.

Romano quería que mataran al juez y a la fiscal, dice el informe del FBI.

Tenía listos $40,000 en efectivo para el hombre que decapitara a ambos y guardara sus cabezas en envases llenos de formol.

Dijo que daría un anticipo de $20,000 para que el trabajo comenzara.

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