La respuesta del presidente de la Conferencia Episcopal Española, Rouco Varela, ha sido inmediata y no ha dejado el más mínimo resquicio a la esperanza. “Ninguno de mis chicos se acostará con una manzana mientras la lluvia siga cayendo desde el cielo a la tierra, y no al revés”, ha dicho el cardenal.
Según la propia declaración del gabinete de prensa del arzobispado, cerca de diez mil sacerdotes de diversas diócesis de toda España han dirigido una carta a la máxima autoridad eclesiástica pidiendo que se les permita contraer matrimonio con una manzana. Al parecer, muchos de esos sacerdotes llevan saliendo varios años con este tipo de fruta, e incluso algunos de ellos llegan a disfrazarlas de la típica “hermana llegada del pueblo” para poder cohabitar con ellas sin levantar sospechas. En los barrios de estas parroquias no es raro ver a una manzana con batín y delantal haciendo cola en la panadería. La mirada huidiza y el cabello descuidado las delatan fácilmente. Según los vecinos, apenas hablan, y suelen caminar con pasos cortos y decididos, “más propios de un kiwi que de la fruta del pecado original”, puntualizan.
Benedicto XVI, en su homilía de ayer, recomendó a todos los fieles que se abstengan a partir de ahora de consumir peras y manzanas o que, por el contrario, se dispongan a recibir una lengua de fuego “tan pavorosa y justiciera que preferirán lanzarse en pelotas y rociados con gasolina súper al interior del volcán Eyjafjallajökull”.
Alentadas por el fallo del Tribunal Constitucional, diecisiete monjas de la congregación Santa Maria de Facebook, de Soria, pedirán también contraer matrimonio con una col lombarda o, al menos, un permiso especial del Vaticano para amancebarse con sus propios pastelillos de crema.
Para este fin de semana hay convocadas manifestaciones de peras y manzanas en toda España bajo el lema único “Curas no, gracias”.
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